Siempre disfrute el poder
usar la fuerza, comúnmente con quienes poseían una apariencia ruda, provocadora
o simplemente retadora, una mirada fija sostenida era un insulto para mí y lo
único que buscaba era quitar esa expresión de reto en su rostro, son aquellas
personas con las cuales desarrolle el gusto de enfrentarme y competir para
poder someter al otro, ejercer poder sobre él y domarlo como un cachorro.
Pero esto no era más que
el inicio, el que ayudo a estimular un gusto por la Dominación, por someter a
otro y que este obedeciera mis absurdos deseos, su obediencia, el sentir y
provocar dolor fueron cosas que empezaron a ser más cotidianas…
Aún recuerdo muy bien mi
primera practica como Dominante, la fuerza que use aquel día, la adrenalina que
sentí y el satisfacerme golpeando el rostro de quien al igual que yo disfrutaba
el dolor producido aquella noche, una experiencia que jamás olvidare el poner
en practica sexo poco convencional, extraño, absurdo para muchxs, quizás hasta
enfermizo, pero el penetrar ya no era suficiente para mí, no me satisfacía por
completo, esto no era nada sin un grito real.
La humillación verbal, el
manejar el sexo a mi gusto, escupir sobre él, un placer extraño difícil de
describir, jamás se sintió mal con ello, la sumisión de aquel hombre me
complacía y no me parecía nada humillante o de poca auto-estima lo que
realizaba, lo que hacía no lo veía como una ofensa ni como una burla hacia él,
todo lo contrario mi amor y respeto siempre estaban por encima de todo.
Me parecía un reto a las
prácticas que han regulado el cuerpo y las relaciones sexuales, lo que estaba
mal socialmente, las imposiciones culturales, lo que era sano y bien visto, TODO eso continuamente lo empecé a romper
y cada vez era más continúo, lo mejor es que empezaba a importarme menos.
La híper masculinización
corporal empezó a ser parte de mis caprichos y entro en mi proyecto personal de
construcción erótica, algo real y nuevo que rete a la normatividad
heterosexual, no como un estúpido discurso de macho, u otra expresión plumofóbica
mas, algo que se está volviendo muy común dentro de los practicantes del BDSM.
La contra cultura osuna,
los extraños fetiches, el BDSM nacen como propuestas alternas a la
regulación corporal y al comportamiento sexual, formas que retan los canones de
belleza aceptados y reproducidos socialmente, una resistencia político-corporal
que muchxs no han hecho más que tergiversar, creyéndolas como propuestas
alternas a la pluma, a la marica…. Aquellos y aquellas que hacen ver mal al
mundo del sexo, a los que sin miedo exponen su visión y la muestran al mundo,
más valientes eso sí de quienes se escoden en cacorrolandía fingiendo que la
maricada no es con ellxs.
Esta vez quería mostrar un poco el que representa para mí el
BDSM, su propuesta policía el que hay detrás de todo ello y porque mi gusto hacia
este…