miércoles, 29 de mayo de 2013

Una apuesta a la decolonialidad del sexo desde el posporno


La Pornografía como un reflejo del deseo.

“La Pornografía es como un espejo en el que podemos mirarnos, a veces, lo que vemos no es muy bonito y nos puede hacer sentir bastante mal. Pero es una ocasión maravillosa para conocerse a sí mismo, para aproximarse a la verdad y aprender”

Annie Sprinkle, Hardcore from the Heart, 2001

Aunque es evidente el rechazo cultural y moral que se genera en contra de la pornografía, podemos ver que aun así, esta se ha prestado para ser la apuesta en escena del deseo oculto de las personas, allí es donde se ha podido ver reflejado el morbo social hacia lo prohibido, los actos no cuestionados sobre el manejo del cuerpo y sobre las relaciones sexuales y de dominio, aquellas restricciones y rechazos han sido reproducidos a causa de la construcción e implementación de verdades predeterminadas que históricamente han sido producidas.

Pues estas así nos los dictan y al parecer a esta razón no se le puede discutir, o bueno, eso es lo que creíamos, ya que con la llegada de la era de las “nuevas” reivindicaciones sociales y la revolución del sexo a mediados del siglo XX, por parte de las feministas y los frentes de liberación homosexual que se estaban gestando por todo el mundo, se demostró lo contrario, logrando que estos dieran pasos agigantados en sus apuestas políticas e ideológicas, de esta manera bombardeando cada vez más de propaganda sucia e inmoral la sociedad que día a día las reconoce y se recoge en ellas.

Estas apuestas han logrado sostenerse, ya que al parecer solo su reproducción y reconocimiento ocasiona que se malformen las practicas del buen vivir, llevando a que se posicionen estas nuevas apuestas sobre el cuerpo y el manejo de las relaciones de poder dentro del sexo.

El posporno nace tras el agotamiento que se produjo en torno a la pornografía tradicional, la cual continúa reproduciendo un sexo convencional enfocado en complacer el morbo del macho heterosexual. Nuevos sujetos con diversos placeres empiezan a hacer parte de la industria del porno, allí es donde Sade vuelve al público, el público libertino y sin asco, con ello, la sodomía, el sadomasoquismo, el travestismo, los juego de roles y las practicas gore entre otros tantos actos, prácticas y sujetos que son repudiados por una sociedad falogocentrica se recuperan, estos son restringidos por la misma sociedad que idea mecanismos de control y represión contra el sexo, el deseo, la formulación en torno al amor y el placer, es en este momento que se evidencia que en la pornografía se crean y recrean las apuestas performativas de hasta los más extraños fetiches.

Toda forma de placer intenta reconocerse y producirse para el disfrute del público, es allí en donde se rompe el delgado hilo que hay entre el placer y el dolor, entre el miedo y el deseo, la mal vista masturbación es modificada, utilizando objetos caseros o de castigo para el disfrute de la perversión; la sumisión, la dominación, el castigo físico que deja de ser rechazado y repudiado, ahora empieza a ser pedido desesperadamente ya que produce placer al sentirse y al vivirlo, la sangre y el dolor producidos tras un golpe se convierten en apuestas decoloniales, que dejan de lado el dictamen social, respecto de lo que produce, o no placer, placer al cuerpo, placer psicológico, emocional entre otras.

Reconocemos en las apuestas del terrorismo psicológico, que por medio del sexo, generan miedo gracias a  las extremas conductas violentas y extrañas maneras de follar, masturbar, vestir, etc. Estos actos empiezan a ser manejados por el posporno, en lo que se denominara el “Pornoterrorismo” (Diana T).

 *  La Pornografía se puede analizar como una apuesta decolonial y posestructural a las reproducciones sexuales post-coloniales. 

“Es evidente que muchos hombres heterosexuales se empalman pensando en ser penetrados por otros hombres, ser humillados, sodomizados por una mujer, del mismo modo que es evidente que muchas mujeres se excitan con la idea de ser violentadas, de participar en un Gang Bang o de ser folladas por otra mujer”[1]

Las reacciones que se generan tras el reconocimiento abierto sobre las prácticas del sadismo y el masoquismo, fueron muy problemáticas ya que estas rompieron con el modelo tradicional en torno a las relaciones de poder que se manejan en una relación sexual, las cuales también están atravesadas por las relaciones de género constituidas.

En estos rechazos tan homogéneos sobre este tipo de nexos y aplicaciones sexuales, podemos reconocer que estamos sumergidos en lo que algunos llaman prácticas y dominios post-coloniales, siendo esta una de las que normalizan y enfocan nuestras formulaciones en el establecimiento de conocimientos y posibles estudios sobre las verdades, argumentados bajo estas formulaciones aceptamos el manejo epistemológico en el que nos encontramos, y buscamos consolidar este proyecto, el mismo proyecto impuesto y estructuralmente determinado de lo que parece ser el centro del mundo (occidente “Europa”).

El sexo y el placer desde una apuesta posestructuralista, podría reconocerse como la forma en que los sujetos desarrollan ejercicios discursivos, reformulando de esta manera, nuevos postulados y reconocimientos sobre la conformación del placer, complaciendo al límite sus deseos, los cuales se construyen y deconstruyen continuamente por medio de las practicas del mismo, así dejando a un lado la postura estructurada del por qué podemos denominar algo como sexo, placer y deseo, basados en una herrada contextualización ontológica de aquellos.

En la siguiente línea  de análisis (la decolonialidad), la pornografía (Posporno-Pornoterrorismo) y su distribución, pueden alcanzar a desarrollarse y posicionarse como apuestas alternativas al modelo convencional sobre el sexo heterosexualizado y monógamo; básicamente podemos ver como la pornografía reproduce las formas alternativas en torno al sexo que denomino decolonial, entendiéndolo a este como, aquellas prácticas que tuvieron un proceso de reconocimiento y reflexión, en el cual se pretenden generar ejercicios contra hegemónicos a las apuestas discursivas aceptadas, formuladas y normalizadas, estos como jugadas autónomas de decisión.

Los cuerpos negros en parte dejan de caracterizarse como cuerpos feos y nada eróticos, ahora son cuerpos que merecen ser pagados, maravillados por sus atribuciones físicas y su fama de buenos polvos, aunque el mundo intente blanquear a los negros tratando de eliminar sus costumbres “poco sanas”, ruidosas y sucias, hay una parte del mundo que busca en ellos la satisfacción, por medio de lo que al parecer los constituye como negros.

En mis practicas personales y de pareja he podido romper con los parámetros hegemónicos que delimitan mi sexualidad, entre ello lo que me consolida como un “hombre”, mi relación y apuesta sobre el amor y la fidelidad, dejando a un lado varios de los supuesto sobre estos, perdiendo el interés por conformar una familia nuclear, una relación de pareja monogamica y de exclusividad, una masculinidad heterosexualizada ya que comprendí que desde la misma masculinidad dominante, se pueden romper las bases de su reproducción impuesta.

Puedo disfrutar de la sensibilidad del cuerpo y del gusto por la dominación consensuada y sádica, difícil para algunos pensar que el que te laman las botas y las dejen brillantes sea más delicioso incluso que el que te chupen la polla, que el golpear pueda ser también una forma de amar, por esta misma razón comprendo la importancia de distintas apuestas como el posporno y sus variantes, como forma de vivir el deseo y sexo.

Claro está que no todo es positivo y en el mundo de lo underground, podemos ver que también se reproducen las practicas que en teoría se rompen y apartan al aceptar vivir de alguna u otra forma, fuera del dominio institucional y cultural, aun con la presión simbólica y social por salir del marco normativo, estos sujetos de opresión, segregan a quienes rompen con mayor fuerza o de una forma diferente el sistema, como dice en el texto “Recetas para hacerlo imposible”, siempre hay unos más raros entre los raros.

Presento mi crítica ante este fenómeno, ver como algunos practicantes del sadomasoquismo rechazan a quienes como ellos disfrutan del dolor, la dominación y la sumisión, esto solo porque son más femeninos, por travestirse, por no mostrar el carácter masculino de los hombres que visten de cuero, ya que muchos de estos quieren e intentan buscar entrar en la representación del estereotipo de macho, siendo absurdo de por sí, son machos estereotipados que disfrutan darle por el culo a otros machos, como lo dice Bruner, Lo no canónico se convierte en canónico.

Con ello también se produce un fuerte consumismo, siempre salen al mercado productos para la satisfacción de los fetiches, el mismo sistema que domina ideológicamente las perspectivas de lo que es posible o no en el sexo, vende a quienes se salen de este modelo, los artefactos, los lugares, las revistas, las costosas entradas a charlas en donde les dirán que no son tan anormales como piensan, pero yo opino que si son anormales todos ellos, ya que salen de la norma de lo posible, todo porque el capitalismo le apunta a todo, estos son nuevos sujetos no pensados anteriormente, sujetos de consumo, sujetos con dinero que pueden comprar y fortalecer el mismo sistema.

Para concluir puedo decir que aunque en las mismas muestras alternadas se ven reflejados intentos de normativizar a los anormales, estas formas de socializar y relacionarse, al parecer se quieren moralizar por los que no pueden con la carga de ser vistos como “raros”, pero está en nosotros y nosotras continuar con la consolidación de proyectos contra hegemónicos y alternativos.

Posicionar diferentes discursos no homogéneos que destruyan la observación ontológica de estas nociones anteriormente mencionadas, ver que en el posporno encontraremos diversas  maneras de vivir y sentir el placer y el sexo, comprendiendo que el posporno no es una categoría unilineal de análisis a las prácticas sexuales, este en su totalidad es toda una apuesta política, social, ideológica y simbólica que quebranta con la tradición de expresar, aprender y  reflejar los gustos en el  sentir de la pornografía.


[1] Virgine Despendes. Teoría King Kong, Cap. Porno Brujas, Pág. 78,  2005