domingo, 28 de octubre de 2018

El papel de la política pública LGBTI de Bogotá en la re-configuración de la identidad de los hombres transformistas de la ciudad


Nota: En el siguiente texto se encuentra parte de mi propuesta de ante-proyecto para la Maestría en Investigación Social Interdisciplinaria que ofrece la Universidad Distrital Francisco José de Calda de Bogotá, los objetivos y la metodología no se están dentro de este texto.


INTRODUCCIÓN

La política pública LGBTI de Bogotá nace como una de las exigencias que el movimiento social le ha realizado a las administraciones y al gobierno central, esta  como forma de garantía, promoción y protección de los derechos establecidos en la constitución política de 1991; la cual permitió el reconocimiento y el respeto de la pluralidad en la construcción de las ciudadanías y brindó a su vez el respaldo a las personas que hacen parte de poblaciones minoritarias, asegurándoles no ser discriminadas por su condición, prácticas o identidades, y es a partir de allí que estos/as sujetos/as empiezan a ser reconocidos/as como personas de especial protección para el Estado, el cual debe crear mecanismos institucionales para el cumplimiento de estos derechos.

Es así como la política pública LGBT de Bogotá es creada en la alcaldía de Luis Eduardo Garzón por medio del decreto 608 del 2007, más tarde, el concejo de la ciudad crea el acuerdo 371 en el año 2009, en donde se conforman los lineamientos de aplicación de esta política distrital y en el año 2014 en la alcaldía de Gustavo Petro Urrego se modifica y reemplaza el decreto 608 por el decreto 062 en donde se incrementa el compromiso institucional frente a la garantía de derechos de esta población y se aumenta la financiación para la ejecución y promoción de las agendas de estos sectores poblacionales, también se crea la subdirección para asuntos LGBT de la secretaría de integración social y se incluye a la población intersexual en este grupo.

Con el acompañamiento de los hombres y mujeres que han liderado el activismo social de la población LGBTI en la capital, se construyeron planes de acción y se empezó a categorizar a la “comunidad” para poderla caracterizar efectivamente y así atender de manera asertiva a sus necesidades, reconociendo sus contextos, demandas y prioridades; la alcaldía se basó en las recomendaciones que desde el mismo movimiento social se dieron para tener en cuenta con la población, ya que el tema no había sido trabajado anteriormente por las instituciones, con esto, es que se decide separar a la población en dos grandes grupos en los que se verán reflejados los planes de acción.

El primero sería para personas con orientación sexual no normativa, en el cual se incluirían a las personas homosexuales (LG) y a las personas bisexuales (B), ya que su condición de exclusión y problemáticas se generan a causa de la atracción sexo/afectiva que tienen por personas de su mismo sexo o de ambos sexos; el segundo grupo y más complejo de comprender es el de las identidades de género (T) ya que estás no necesariamente se encuentran ligadas a atracción sexo/afectiva por alguien determinado, sino por el cómo se sienten y quieren exteriorizarlo en sociedad, es con esto que se empieza a hablar de hombres y mujeres transgénero en la ciudad, las condiciones de marginalidad y violencia se producen por asuntos de la identidad que se encuentran fuera de la cisnorma.

Estas personas  tendrán diferentes subcategorías en su interior, ya que al hablar de hombres transgénero -dentro de la política pública- solamente se usa esa categoría de asignación a este tipo de tránsito, pero cuando se habla de mujeres transgénero a su interior son divididas entre transexuales, travestis y transformistas, siendo las personas transexuales quienes deciden reafirmarse con cambios en su genitalidad, las travestis quienes deciden construirse socialmente como mujeres sin modificar su genitalidad y los transformistas quienes asumen temporalmente una vestimenta representando bajo los parámetros socioculturales el rol femenino en la sociedad, especialmente en espacios artísticos.

También hay que reconocer que cuando se habla de transformismo se hace referencia a las representaciones esporádicas del género contrario, es decir, la implementación de prendas, accesorios y comportamientos socialmente asignados hacia lo femenino, por ello se ha catalogado tres tipos de transformismo, el primero es el transformismo de closet, el cual está compuesto principalmente por hombres heterosexuales que sienten un placer sexual al usar prendas del género contrario, no se identifican como mujeres pero adoptan temporalmente su vestimenta como parte del fetiche que sienten hacia ellas o hacia las travestis, el segundo es el transformismo como opción, este lo aplican personas que quieren realizar un tránsito a travestis o transexuales, pero por sus condiciones de vida, seguridad familiar, laboral o educativa no han podido realizar el tránsito, estás no se consideran  transformistas a sí mismas, ya que hacen una lectura propia como travestis que no han podido transitar como lo desean; y la tercera - la cual se constituye en el objeto de estudio de este proyecto- es el transformismo artístico, el cual es practicado en su mayoría por hombres gay quienes son los que han tenido que asumir la categorización del distrito como mujeres transgénero.

Planteamiento del problema

La política pública LGBTI de Bogotá afirma que las personas consideradas transgénero - dentro de sus diversas denominaciones - deben sus vulneraciones al asumir identidades fuera de la normatividad impuesta por un sistema cisexista, considerando que parte de la lucha de este grupo poblacional es por el derecho a la diversidad de identidades y expresiones de género, y para ello, plantean estrategias y acciones afirmativas que le apuntan a garantizar el poder construir su identidad libremente y sin obstáculos institucionales, facilitando inclusive procesos de acompañamiento con profesionales en el tema, los cuales les brindarán apoyo psico-social y la información necesaria en donde las guiarán con las rutas de hormonización establecidas para quienes decidan iniciar un tránsito.

Estos procesos les han permitido a mujeres transexuales y travestis iniciar o fortalecer sus tránsitos para llegar a obtener el resultado corporal que desean, con ello, reafirmar sus identidades dentro de lo femenino, estrategias que no funcionan con transformistas, ya que estos no asumen de forma permanente un rol de lo femenino en la sociedad y su performance es esporádico y temporal, lo que implica que en su cotidianidad viven como hombres cisgénero, sean homosexuales o heterosexuales, ya que la práctica transformista no va ligada a una orientación sexual determinada.

Las acciones y agendas de trabajo para las mujeres transgénero en la ciudad, posiblemente no están atravesando a las personas transformistas, por ello, poco  deciden asistir a aquellos espacios de “confluencia” trans, como lo son las agendas sociales que lidera el IDPAC, esto puede darse a que quizás no se sientan representados por está categoría, ni vean que sus necesidades y demandas sean equiparables a las de las mujeres transexuales o travestis, por este motivo podría pensarse que es una razón por la cual no acceden a los servicios como el de salud o de orientación psico-social planteados para su atención diferencial en temas protocolarios e identitarios.

Pero lo que sí es evidente es que su participación se incrementa, cuando se refiere a temas de inclusión laboral y formación educativa, pareciera que la categoría de mujer transgénero para los transformistas se convirtió en una categoría estratégica de la que entran y salen con facilidad, esto acorde al margen de posibilidades que esta les brinda, ya que en los planteamientos de las alcaldías se ha presupuestado el acceso al trabajo y a la educación con enfoques diferenciales – discriminación positiva - en los cuales se quiere vincular a un porcentaje de beneficiadas transgénero a programas de inclusión, y es allí en donde sí se presentan estos transformistas asumiéndose como mujeres transgénero, ya que está denominación les brindaría una ventaja al momento de presentarse a diferentes espacios y en otros les exime de requisitos de acceso como por ejemplo la libreta militar para poder cumplir funciones públicas.

En este problema encontramos que es probable que se vinculen a estos proyectos asumiéndose como mujeres transgénero, no porque tengan una vulneración frente a la exposición y construcción de su identidad, sino porque les facilitaría tener algunas ventajas que en su mayoría como hombres gay no podría tener, es factible que por el contrario la política para hombres gay deba tener relación con el transformismo más de lo que pueda tenerlo las agendas de mujeres transgénero.  

Es necesario aclarar que los tránsitos no son estáticos, pero deben llevar una connotación de identidad de género, que puede ser binaria o no, para que aquel proceso pueda ser atravesado por esta política distrital, por ende, hay que estudiar y reconsiderar la pertinencia de la vinculación del transformismo al interior de estas agendas, ya que en lugar de ver como se está atendiendo integral y efectivamente a estas personas, es probable que la política pública LGBTI de Bogotá lo que esté generando sea una re-configuración de la lectura de las instituciones y de la población LGB frente a los hombres transformistas, lo cual les han generado nuevas problemáticas a los hombres gay que hacen transformismo, ya que la misma política pública le ha enseñado a esta población a categorizarlos socialmente como mujeres transgénero.

De acuerdo a lo anterior es posible que programas de promoción de derechos con enfoques diferenciales, estén siendo ocupados por personas que no viven vulneraciones por sus construcciones identitarias y por el contrario, quienes más necesitan del acceso a estos servicios podrían estar compitiendo de forma injusta con quienes en su cotidianidad tendrían mayores posibilidades para obtenerlos por sus propios medios.

Justificación

Luego de 10 años de la implementación de la política pública LGBTI de Bogotá y tras la firma de la política nacional en el 2018 realizada por el presidente Juan Manuel Santos Calderón es necesaria una reformulación de esta, ya que las dinámicas de la población se han transformado y ahora existen nuevos elementos teóricos de interpretación de las realidades de estos colectivos, los cuales deben ser reconsiderados, por ello, es importante estudiar sí durante estos años la política ha contribuido a eliminar las brechas de desigualdad y a generar procesos efectivos de educación e integración social o por el contrario desde las mismas categorías de análisis y trabajo han creado procesos de re-configuración de las identidades de su propia población.


En este caso se hace necesario analizar si los hombres transformistas de Bogotá deben estar bajo la protección especial de las iniciativas que buscan fomentar el acceso de personas transgéneros a espacios de representación, incidencia y visibilidad por parte de la alcaldía de Bogotá y en proyección a la próxima implementación que se realizará a nivel nacional o por el contrario debe haber un estudio de caso en donde se caracterice de manera efectiva las necesidades y vulneraciones especiales que puedan tener como grupo, a partir de sus propias dinámicas internas.

Estas reconsideraciones en este momento son fundamentales, no sólo como balance necesario de la política distrital, o como aportes para la materialización de la política nacional, sino a su vez para atender de una manera mucho más acertada a las necesidades de la nueva población LGBTI venezolana que desde hace un par de años empezó a habitar fluidamente el territorio nacional a causa de la crisis económica a la que se enfrentan, ya que muchas de esas personas se han vinculado a estos programas distritales para grupos minoritarios o poblaciones con especial grado de vulneración, es fundamental hacer un estudio junto con las población nacional y extranjera de lo que implica el ser transformista en términos de identitarios o de representación y del alcance y posibilidades que presentan estos programas para ellos/as.