La
situación de las personas LGBT frente al Coronavirus
La
situación que enfrenta el mundo en este momento de propagación de la pandemia
del Coronavirus, ha hecho más evidente las condiciones de desigualdad social
que se encuentran latentes en los diferentes territorios, como siempre las
personas y grupos vulnerables son los más expuestos a este caos, siendo quienes
menos posibilidades de supervivencia tienen a la hora de vincularse cómodamente
a las medidas de seguridad que los diferentes gobiernos (nacionales – locales)
adoptan, ya que por un lado el estado económico no permite que con facilidad
estas puedan decidir quedarse en sus casas (si es que la tienen), en medio de
una cuarentena preventiva y por otro lado, la especulación y aprovechamiento de
los mercados y empresas, que llevan a la continua alza de los productos básicos
-con el fin de seguirse enriqueciendo- hace menos accesible los mismos para
ellos, estos apoyados a su vez por quienes, con la capacidad de compra o
endeudamiento arrasan con los stand de
los supermercados en un par de días.
En
el caso de América Latina y en especial de Colombia, este fenómeno contribuye a
la marginación de los grupos que de por sí son olvidados por el Estado y la
sociedad, ya que, aunque es visible el mal rato que pasarán las personas que
viven del diario, las que se encuentran en condiciones deplorables de
salubridad o las que no cuentan con una infraestructura que los proteja, no
podrán “gozar” con las políticas sociales que se lanzaron para su cuidado, ya
que el nivel de pobreza, informalidad y corrupción en estos territorios
desborda el alcance de las medidas preventivas, debido a que los recursos
destinados para su uso no serán suficientes para poder cobijarlos a todos, aun
con las mejores intenciones que puedan tener gobernadores o alcaldes.
Esta
crisis ha demostrado el fracaso del modelo neoliberal, el cual tiene como
bandera la privatización de los derechos y la búsqueda de la conversión de los
mismos en servicios, es así como en los países en donde este modelo está más
arraigado la pandemia ha golpeado con mayor fuerza, ya que este derecho –
servicio esta es en manos de privados, lo que hace más costoso poder acceder a
los mismos para quienes no tienen las posibilidades de cubrirlos en igualdad de
condiciones, y por ello deben acudir a los desfinanciados y paupérrimos
servicios “gratuitos” que se disponen para ellos.
Estas
condiciones no excluyen a las personas de los sectores LGBTI-Q, ya que gran
parte de ellos se encuentran dentro de la ambivalencia identitaria que plantea
el sociólogo Bauman (libertad o seguridad), esta entendida como una fórmula que
casi nunca falla en la sociedad moderna actual, ya que debido a las
adversidades que viven las personas de los sectores dentro del mundo del
trabajo, muchas de estas deben decidir qué desean, libertad o seguridad, la
primera entendida como la capacidad de ser él o ella misma, sin repercusiones o
sanciones que pongan en riesgo su trabajo, la segunda implicaría limitar o
esconder su identidad y con ello su libertad, aquella le brinda más seguridad, ya
que se renuncia parcialmente a la libertad por unas condiciones de mayor
seguridad y viceversa.
En
el caso de una emergencia sanitaria con medidas preventivas como la que nos
encontramos, quienes se ven más expuestos son quienes eligieron la libertad,
los mismos que son los excluidos de espacios públicos y rechazados en muchos
casos por no ser normados, este es el caso las mujeres transgénero que ejercen
la prostitución, las cuales pagan su habitación por días, se alimentan en la
calle porque no tienen las posibilidades de hacerlo en casa, en estos momentos
donde cualquier contacto físico con desconocidos es un riesgo, en este momento
quién acude a servicios sexuales o por otro lado, quién garantiza la seguridad
de las mismas que tendrán que exponerse al contacto con clientes, será que
dentro de las políticas de cuidado de los gobiernos las putas también están
cobijadas.
Los hombres gay y mujeres trans que viven de
ser estilistas, los cuales en su mayoría (por no decir todos/as) no tienen
seguridad social, ya que en el lugar de trabajo no les cotizan salud y pensión,
son personas viven de la producción en masa, pero en tiempos de miedo
generalizado el corte de cabello, las tinturas y las uñas no se vuelven
prioridad, por ello deben acatar las órdenes de refugio en casa, pero sin la
posibilidad de enfermarse, porque a dónde van a acudir o de qué se van a
sostener si esto se mantiene por un largo tiempo.
Siguiendo
por esta línea encontraremos una gran cantidad de artistas Drag o
transformistas, muchos de ellos que se sostienen únicamente del pago de los
shows o eventos que los contratan, pero que ahora deben vivir de sus ahorros,
estos que generalmente no existen porque la manutención del personaje y los
gastos personales diarios, frente al nivel de pago al que acceden no brinda las
herramientas para que exista un ahorro o una vida crediticia que permita
sostenerlos en tiempos complicados; sin contar a la cantidad de personas que viven con VIH que por sus sistemas inmunológicos son más propensas a ser víctimas mortales del virus.
Se
puede seguir ejemplificando los oficios a los que generalmente esta población se
ve casi que “destinada” a ejercer, pero si bien existen muchos grupos que
tendrán delicadas situaciones en este periodo, los medios poco reconocerán y
resaltarán personas de los sectores LGBTI-Q como muestra de vivencia de esta
emergencia, este espacio permite pensar – reflexionar las condiciones
desiguales a las que se enfrentan y los riesgos que implica escoger la libertad
y la identidad en un mundo que pretende encerrar y homogenizar a sus individuos
con la excusa de unas mejores condiciones y posibilidades dentro de los
esquemas de lo que es lo seguro y así mismo lo que es aceptado - reconocido.