Nota: En el siguiente texto se encuentra parte de mi propuesta de ante-proyecto para la Maestría en Investigación Social Interdisciplinaria que ofrece la Universidad Distrital Francisco José de Calda de Bogotá, los objetivos y la metodología no se están dentro de este texto.
INTRODUCCIÓN
La política pública
LGBTI de Bogotá nace como una de las exigencias que el movimiento social le ha
realizado a las administraciones y al gobierno central, esta como forma de garantía, promoción y
protección de los derechos establecidos en la constitución política de 1991; la
cual permitió el reconocimiento y el respeto de la pluralidad en la construcción
de las ciudadanías y brindó a su vez el respaldo a las personas que hacen parte
de poblaciones minoritarias, asegurándoles no ser discriminadas por su
condición, prácticas o identidades, y es a partir de allí que estos/as
sujetos/as empiezan a ser reconocidos/as como personas de especial protección
para el Estado, el cual debe crear mecanismos institucionales para el
cumplimiento de estos derechos.
Es así como la
política pública LGBT de Bogotá es creada en la alcaldía de Luis Eduardo Garzón
por medio del decreto 608 del 2007, más tarde, el concejo de la ciudad crea el
acuerdo 371 en el año 2009, en donde se conforman los lineamientos de
aplicación de esta política distrital y en el año 2014 en la alcaldía de
Gustavo Petro Urrego se modifica y reemplaza el decreto 608 por el decreto 062 en
donde se incrementa el compromiso institucional frente a la garantía de
derechos de esta población y se aumenta la financiación para la ejecución y
promoción de las agendas de estos sectores poblacionales, también se crea la
subdirección para asuntos LGBT de la secretaría de integración social y se
incluye a la población intersexual en este grupo.
Con el acompañamiento
de los hombres y mujeres que han liderado el activismo social de la población
LGBTI en la capital, se construyeron planes de acción y se empezó a categorizar
a la “comunidad” para poderla caracterizar efectivamente y así atender de
manera asertiva a sus necesidades, reconociendo sus contextos, demandas y
prioridades; la alcaldía se basó en las recomendaciones que desde el mismo
movimiento social se dieron para tener en cuenta con la población, ya que el
tema no había sido trabajado anteriormente por las instituciones, con esto, es
que se decide separar a la población en dos grandes grupos en los que se verán
reflejados los planes de acción.
El primero sería para
personas con orientación sexual no normativa, en el cual se incluirían a las
personas homosexuales (LG) y a las personas bisexuales (B), ya que su condición
de exclusión y problemáticas se generan a causa de la atracción sexo/afectiva
que tienen por personas de su mismo sexo o de ambos sexos; el segundo grupo y
más complejo de comprender es el de las identidades de género (T) ya que estás
no necesariamente se encuentran ligadas a atracción sexo/afectiva por alguien
determinado, sino por el cómo se sienten y quieren exteriorizarlo en sociedad,
es con esto que se empieza a hablar de hombres y mujeres transgénero en la
ciudad, las condiciones de marginalidad y violencia se producen por asuntos de
la identidad que se encuentran fuera de la cisnorma.
Estas personas tendrán diferentes subcategorías en su
interior, ya que al hablar de hombres transgénero -dentro de la política
pública- solamente se usa esa categoría de asignación a este tipo de tránsito,
pero cuando se habla de mujeres transgénero a su interior son divididas entre
transexuales, travestis y transformistas, siendo las personas transexuales
quienes deciden reafirmarse con cambios en su genitalidad, las travestis
quienes deciden construirse socialmente como mujeres sin modificar su
genitalidad y los transformistas quienes asumen temporalmente una vestimenta
representando bajo los parámetros socioculturales el rol femenino en la
sociedad, especialmente en espacios artísticos.
También hay que
reconocer que cuando se habla de transformismo se hace referencia a las
representaciones esporádicas del género contrario, es decir, la implementación
de prendas, accesorios y comportamientos socialmente asignados hacia lo
femenino, por ello se ha catalogado tres tipos de transformismo, el primero es
el transformismo de closet, el cual está compuesto principalmente por hombres
heterosexuales que sienten un placer sexual al usar prendas del género
contrario, no se identifican como mujeres pero adoptan temporalmente su
vestimenta como parte del fetiche que sienten hacia ellas o hacia las
travestis, el segundo es el transformismo como opción, este lo aplican personas
que quieren realizar un tránsito a travestis o transexuales, pero por sus
condiciones de vida, seguridad familiar, laboral o educativa no han podido
realizar el tránsito, estás no se consideran
transformistas a sí mismas, ya que hacen una lectura propia como
travestis que no han podido transitar como lo desean; y la tercera - la cual se
constituye en el objeto de estudio de este proyecto- es el transformismo
artístico, el cual es practicado en su mayoría por hombres gay quienes son los
que han tenido que asumir la categorización del distrito como mujeres
transgénero.
Planteamiento del problema
La política pública
LGBTI de Bogotá afirma que las personas consideradas transgénero - dentro de
sus diversas denominaciones - deben sus vulneraciones al asumir identidades
fuera de la normatividad impuesta por un sistema cisexista, considerando que
parte de la lucha de este grupo poblacional es por el derecho a la diversidad
de identidades y expresiones de género, y para ello, plantean estrategias y
acciones afirmativas que le apuntan a garantizar el poder construir su
identidad libremente y sin obstáculos institucionales, facilitando inclusive
procesos de acompañamiento con profesionales en el tema, los cuales les
brindarán apoyo psico-social y la información necesaria en donde las guiarán
con las rutas de hormonización establecidas para quienes decidan iniciar un
tránsito.
Estos procesos les han
permitido a mujeres transexuales y travestis iniciar o fortalecer sus tránsitos
para llegar a obtener el resultado corporal que desean, con ello, reafirmar sus
identidades dentro de lo femenino, estrategias que no funcionan con
transformistas, ya que estos no asumen de forma permanente un rol de lo femenino
en la sociedad y su performance es esporádico y temporal, lo que implica que en
su cotidianidad viven como hombres cisgénero, sean homosexuales o
heterosexuales, ya que la práctica transformista no va ligada a una orientación
sexual determinada.
Las acciones y
agendas de trabajo para las mujeres transgénero en la ciudad, posiblemente no
están atravesando a las personas transformistas, por ello, poco deciden asistir a aquellos espacios de
“confluencia” trans, como lo son las agendas sociales que lidera el IDPAC, esto
puede darse a que quizás no se sientan representados por está categoría, ni vean
que sus necesidades y demandas sean equiparables a las de las mujeres
transexuales o travestis, por este motivo podría pensarse que es una razón por
la cual no acceden a los servicios como el de salud o de orientación
psico-social planteados para su atención diferencial en temas protocolarios e identitarios.
Pero lo que sí es
evidente es que su participación se incrementa, cuando se refiere a temas de
inclusión laboral y formación educativa, pareciera que la categoría de mujer
transgénero para los transformistas se convirtió en una categoría estratégica
de la que entran y salen con facilidad, esto acorde al margen de posibilidades
que esta les brinda, ya que en los planteamientos de las alcaldías se ha
presupuestado el acceso al trabajo y a la educación con enfoques diferenciales
– discriminación positiva - en los cuales se quiere vincular a un porcentaje de
beneficiadas transgénero a programas de inclusión, y es allí en donde sí se
presentan estos transformistas asumiéndose como mujeres transgénero, ya que
está denominación les brindaría una ventaja al momento de presentarse a
diferentes espacios y en otros les exime de requisitos de acceso como por
ejemplo la libreta militar para poder cumplir funciones públicas.
En este problema
encontramos que es probable que se vinculen a estos proyectos asumiéndose como
mujeres transgénero, no porque tengan una vulneración frente a la exposición y
construcción de su identidad, sino porque les facilitaría tener algunas
ventajas que en su mayoría como hombres gay no podría tener, es factible que por
el contrario la política para hombres gay deba tener relación con el
transformismo más de lo que pueda tenerlo las agendas de mujeres transgénero.
Es necesario aclarar
que los tránsitos no son estáticos, pero deben llevar una connotación de
identidad de género, que puede ser binaria o no, para que aquel proceso pueda
ser atravesado por esta política distrital, por ende, hay que estudiar y
reconsiderar la pertinencia de la vinculación del transformismo al interior de
estas agendas, ya que en lugar de ver como se está atendiendo integral y
efectivamente a estas personas, es probable que la política pública LGBTI de
Bogotá lo que esté generando sea una re-configuración de la lectura de las
instituciones y de la población LGB frente a los hombres transformistas, lo
cual les han generado nuevas problemáticas a los hombres gay que hacen
transformismo, ya que la misma política pública le ha enseñado a esta población
a categorizarlos socialmente como mujeres transgénero.
De acuerdo a lo anterior
es posible que programas de promoción de derechos con enfoques diferenciales,
estén siendo ocupados por personas que no viven vulneraciones por sus construcciones
identitarias y por el contrario, quienes más necesitan del acceso a estos
servicios podrían estar compitiendo de forma injusta con quienes en su
cotidianidad tendrían mayores posibilidades para obtenerlos por sus propios
medios.
Justificación
Luego de 10 años de
la implementación de la política pública LGBTI de Bogotá y tras la firma de la
política nacional en el 2018 realizada por el presidente Juan Manuel Santos
Calderón es necesaria una reformulación de esta, ya que las dinámicas de la población
se han transformado y ahora existen nuevos elementos teóricos de interpretación
de las realidades de estos colectivos, los cuales deben ser reconsiderados, por
ello, es importante estudiar sí durante estos años la política ha contribuido a
eliminar las brechas de desigualdad y a generar procesos efectivos de educación
e integración social o por el contrario desde las mismas categorías de análisis
y trabajo han creado procesos de re-configuración de las identidades de su
propia población.
En este caso se hace
necesario analizar si los hombres transformistas de Bogotá deben estar bajo la
protección especial de las iniciativas que buscan fomentar el acceso de
personas transgéneros a espacios de representación, incidencia y visibilidad
por parte de la alcaldía de Bogotá y en proyección a la próxima implementación
que se realizará a nivel nacional o por el contrario debe haber un estudio de
caso en donde se caracterice de manera efectiva las necesidades y vulneraciones
especiales que puedan tener como grupo, a partir de sus propias dinámicas
internas.
Estas
reconsideraciones en este momento son fundamentales, no sólo como balance
necesario de la política distrital, o como aportes para la materialización de
la política nacional, sino a su vez para atender de una manera mucho más acertada
a las necesidades de la nueva población LGBTI venezolana que desde hace un par
de años empezó a habitar fluidamente el territorio nacional a causa de la
crisis económica a la que se enfrentan, ya que muchas de esas personas se han
vinculado a estos programas distritales para grupos minoritarios o poblaciones
con especial grado de vulneración, es fundamental hacer un estudio junto con
las población nacional y extranjera de lo que implica el ser transformista en
términos de identitarios o de representación y del alcance y posibilidades que
presentan estos programas para ellos/as.